Ser y Estar Siendo

«La mejor manera de hacer, es ser» Lao Tse

En numerosas ocasiones acompañamos al verbo “ser” con un adjetivo que define una característica o un comportamiento… es habilidoso, o es torpe; eres ordenado, o eres caótico; soy extrovertido o soy introvertido… ¿Te resulta familiar? ¿Has escuchado o utilizado alguna vez expresiones como éstas? Estos adjetivos representan el juicio o interpretación que realizas sobre aquello que observas.

Este uso del “ser”, que aprendimos en nuestra infancia, responde a la creencia de que las personas somos más o menos valiosas en función de nuestros comportamientos. Si tu acción o resultado corresponde con la expectativa de los demás, consigues más reconocimiento. La “etiqueta” que colocas, o te colocan, tras el verbo “ser” sustituye tu verdadera esencia y llega a condicionarte en la forma en la que te percibes y actúas.

VIVIR EN EL HACER

Con la etiqueta colocada, vives en el “hacer”, tratando de responder continuamente a las expectativas que los demás tienen sobre ti, o que crees que los demás tienen sobre ti. Eliges renunciar a tu esencia en favor de la idea de que para ser aceptado necesitas responder a lo que se espera de ti.

Estas etiquetas, estos juicios, en muchas ocasiones te inmovilizan, te limitan, te hacen creer que no existen otras opciones, te conducen a pensar que tu verdadera esencia está en ese comportamiento, en ese “hacer”, dejando a un lado tus deseos y necesidades más profundas.

Incluso en algunas ocasiones las utilizas como refugio, como excusa para no salir de tu zona de confort, para no hacer el esfuerzo de superarte… “como soy perezoso… sigo tumbado en el sofá”, “como soy torpe… no voy a intentarlo”, “como soy muy ordenado… no dejo espacio para la improvisación”…

Y lo peor es que dejas de ser coherente con tus principios más valiosos dejándolos a un lado, renuncias a ser tú mismo, a tus necesidades, tus deseos, tus valores… tu verdadera esencia. Y todo para satisfacer las expectativas de otros. Dejas de saber lo que quieres y sientes un vacío difícil de llenar.

DISTINCIÓN SER Y ESTAR SIENDO

La distinción que propongo es que incorpores a tu lenguaje, a tus diálogos, a tu discurso, el “estar siendo”, dejando que el “ser” recupere su espacio.

Cuando dices “soy” (soy incapaz o… soy el mejor) te invitas a permanecer inmóvil, encadenado a la etiqueta para siempre. Sin embargo, cuando dices “estoy siendo” (estoy siendo incapaz o… estoy siendo el mejor), otorgas a la situación un espacio temporal distinto, te defines en un momento y contexto concreto. Generas una posibilidad de cambio, de aprendizaje, de hacer las cosas de una forma diferente.

Recuerdo una conversación con mi hijo, cuando era pequeño, en la que me explicaba, preocupado, que no había querido prestar un juguete a su hermana. Me preguntó: «Papá, ¿soy egoísta?» Siendo consciente de la distinción “ser y estar siendo”, le respondí: «No hijo, no eres egoísta. El comportamiento con tu hermana ha sido egoísta, pero en otro momento elegirás prestarle tus cosas, y ese día estarás siendo más generoso.»

Creo que aquello le tranquilizó, e imagino que en su interior se abrió la posibilidad de tener un comportamiento diferente, eliminó su sentimiento de culpa, y perdió sentido la excusa «soy así» para seguir sin compartir sus cosas.

Además, como sugería antes, el uso del “estar siendo” deja espacio al verdadero significado del “ser”, asociado a tu esencia, a tus necesidades, tus valores, tu propósito de vida.

VIVIR EN EL SER

Recuperando este significado del “ser” (del “yo soy” o del tú “eres”), tus acciones responderán a tus propios deseos y serán más coherentes con tus principios y aspiraciones. Estarás siendo más consciente y más responsable.

Vivir en el “ser” significa apagar el piloto automático y recuperar el gobierno de tu vida, tomar consciencia de quién eres, establecer contacto con tus necesidades y emociones, hacer respetar tus límites y prioridades, confiar en ti y en tu capacidad de aprendizaje y desarrollo, tener el coraje necesario para hacerte responsable de ti mismo.

Vivir en el “ser” te permite conectarte con tu «yo», aceptarte en tus fortalezas y también en tus área de mejora, aumentar tu autoestima y darle sentido a tu existencia.

Además, esta visión te permite tener otra mirada hacia los demás, porque te habilita para ver no sólo su comportamiento (su “hacer”), sino también su “ser”. Conseguirás estar siendo más comprensivo, compasivo y empático… eliminarás esas etiquetas que habías colocado.

¿Quieres hacerlo? Si ésta es tu elección, descubrirás múltiples nuevas posibilidades y estarás abierto al aprendizaje y al desarrollo, tanto tuyo como el de los demás..

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Cada día creo más en el ser humano

«A veces sentimos que lo que hacemos es sólo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota» Santa Teresa de Calcuta.

Los medios de comunicación y las redes sociales nos trasladan cada día una imagen de la sociedad egoísta, superficial, vacía… en la que es difícil depositar fe y esperanza. Me resisto a comprar esta idea, elijo interpretarlo como sombras necesarias para que apreciemos las luces. Las luces de la verdadera esencia del ser humano: la generosidad, la gratitud, la bondad, la compasión, la solidaridad, la humildad, el amor…

Hace unos días escuché una historia que reafirmó mi voluntad de creer en el ser humano, mi confianza en nuestra capacidad de construir un mundo cada vez mejor, más completo y con mayor armonía.

LA HISTORIA

Amalia es profesora en una escuela rural. Siempre encuentra una buena idea para motivar a sus alumnos, a los que tanto quiere.

Hoy es día de evaluación. Para animar a sus alumnos a esforzarse y concentrarse en su trabajo, les promete que ofrecerá un regalo al que obtenga la mejor nota: un bonito par de zapatos.

Los alumnos comienzan a escribir con entusiasmo, cada uno de ellos quiere ser el mejor! Después de recoger los exámenes, la profesora se sorprende al ver que todos los estudiantes respondieron las preguntas perfectamente.

Elogia a los alumnos por su esfuerzo y buen desempeño, pero está confundida… «¿A quién le daré este regalo?», piensa para sí misma. La profesora pide la opinión de sus alumnos. Ellos le ofrecen la opción de realizar un sorteo que a todos les parece la mejor solución! 

Entonces, la profesora les pide que escriban su nombre y apellido en una hoja de papel y luego los coloquen en una caja sobre su mesa. Los mezcla bien y pide a un alumno que elija uno al azar. 

La feliz y afortunada ganadora es una niña llamada Amenan Sarah. Bajo los vítores y aplausos de los alumnos, la pequeña, muy emocionada, se adelanta a recibir su regalo, un regalo que necesita desesperadamente en este momento. 

Esta niña pertenece a una familia numerosa y muy humilde. Su padre quedó discapacitado después de un grave accidente laboral y su madre trabaja todo lo que puede como empleada de limpieza. Su salario no es suficiente para cubrir las necesidades de su hija y sus hermanos, Es por ello que la niña siempre lleva los mismos zapatos gastados de años anteriores. 

Con lágrimas de alegría, Amenan Sarah recibe su hermoso regalo, abraza a su profesora y da las gracias a sus compañeros.

Cuando la profesora regresa a casa, le cuenta todo a su marido, quien le anima y le dice que está muy orgulloso de ella. Pero, de repente, la mujer comienza a llorar!

Sorprendido, su marido le pregunta: «¿Por qué lloras cariño?» Limpiándose las lágrimas, ella le explica: «Cuando los alumnos salieron de la clase, revisé todas las demás hojas de papel destinadas al sorteo y descubrí que todos habían escrito el nombre de Amenan Sarah en lugar de escribir el suyo propio. Sabían que su compañera era la que más necesitaba los zapatos y fueron solidarios con ella, eso es lo que más me conmovió».

Solos podemos ir rápido, juntos podemos ir lejos. 

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Storytelling para el liderazgo

«He aprendido que la gente olvidará lo que has dicho o lo que has hecho, pero nunca olvidará lo que les hiciste sentir» Maya Angelou.

Una de las capacidades más importantes de un líder es conectar, inspirar y motivar cambios en el comportamiento de los equipos, con el objetivo de facilitar el desarrollo personal y profesional de sus miembros para la consecución de sus objetivos. ¿Cómo lo hacemos? La comunicación es la herramienta que utilizamos para gestionar estas relaciones interpersonales.

CONVERSACIONES

Desde este planteamiento, podemos observar a los equipos como redes de conversaciones dirigidas a coordinar acciones. Todo lo que pasa en un equipo, pasa en una conversación. “Si algo falta, falta una conversación. Si algo sobra, lo que sobra es una conversación. Si algo es difícil, lo que es difícil será diseñar y sostener una conversación difícil.” (Luis Carchak).

En una conversación intervienen no sólo las palabras, sino también nuestras emociones. Un gesto, una mirada, un silencio, el tono y ritmo de nuestro lenguaje… De la calidad de la conversación dependerá, en gran medida, si me siento fuera o dentro de la “historia”, si me involucro o me quedo al margen.

STORYTELLING

En este sentido, el storytelling se ha convertido en una eficaz herramienta de comunicación para ejercer un liderazgo inspiracional, capaz de comprometer a las personas en un objetivo común, de convertirlas en personajes activos de la historia. Como decía Maya Angelou: “He aprendido que la gente olvidará lo que has dicho o lo que has hecho, pero nunca olvidará lo que les hiciste sentir”.

Las compañías más importantes del mundo utilizan el storytelling como herramienta de liderazgo. Algunas tienen a un storyteller corporativo de alto nivel cuyo trabajo es recopilar y difundir sus historias más importantes: en Nike, todos los ejecutivos senior son designados por storytellers corporativos. Otras, enseñan habilidades de storytelling a sus líderes: P&G ha contratado directores de cine de Hollywood para enseñar a ejecutivos senior cómo liderar mejor utilizando el storytelling.

Estas son algunas de las situaciones en las que el storytelling se convierte en una útil herramienta:

      • Inspirar a la organización.
      • Alinearnos en una visión.
      • Enseñar conceptos importantes.
      • Definir cultura y valores.
      • Explicar quién eres y en qué crees.
      • Cuando se requiere una fuerte influencia como la de dirigir un cambio.
      • Hacer recomendaciones al jefe, pares o colaboradores.
      • Cuestiones delicadas como la diversidad y la inclusión.
      • Hacer coaching.
      • Dar feedback de manera que se reciba como un regalo.
      • Fomentar la creatividad en los equipos.
      • Facilitar que las personas reaviven la pasión por su trabajo…

Esto no significa que el storytelling deba utilizarse en cualquier situación. Por ejemplo, si lo que quieres es decidir cuál debe ser tu estrategia de aquí a cinco años, necesitarás a un buen consultor estratégico. O si estás intentando decidir cuánto dinero tienes que pagar para absorber a tu mayor competidor, lo que necesitas es un buen asesor financiero.

Pero, una vez elegida tu estrategia de aquí a cinco años, o calculado cuánto necesitas para absorber a tu competencia, necesitas un equipo de personas que trabajen para llevarlo a cabo… ahora necesitas una buena historia. Dicho de otra manera, el storytelling no es siempre la herramienta correcta para administrar las cosas, pero es excepcional ayudándote a liderar personas.

Porque tú no puedes simplemente ordenar a la gente “ser más creativa” o “motivarse” o “empezar a amar su trabajo”. El cerebro humano no funciona de esa manera. Pero puedes liderarles a través de una buena historia.

Lo que necesitas para utilizar el storytelling en tu comunicación, es tener una historia… sin una historia que contar, no hay storytelling. Si no la tienes, puedes empezar a recolectar tus propias historias. Cuando una situación te haya hecho aprender o descubrir algo, emocionarte o captar tu atención, escríbelo. Una gran historia está a punto de nacer.

CLAVES PARA construir UNA BUENA HISTORIA

Y cuando tengas esa historia, cuéntala teniendo en cuenta estas siete claves imprescindibles:

      1. Capta la atención y el interés de la audiencia: lo primero que debes hacer es contarles para qué escucharte, qué beneficios les proporcionará mantenerse “presentes” y escuchar la historia.
      2. Sitúa la historia en el contexto: una buena historia debe arrancar con el contexto, permitiendo a la audiencia situarse en el punto de partida que ha dado lugar a la situación y facilitar la comprensión del mensaje
      3. Utiliza metáforas y analogías: las metáforas pueden añadir un impacto a la historia, o puede reemplazarla enteramente, porque ya hay historias de éxito en el cerebro de la audiencia, esperando a que las recuerden.
      4. Apela a la emoción: las personas toman decisiones mayoritariamente en base a razones emocionales y luego las racionalizan para que se sientan lógicas. Los líderes lo saben de forma intuitiva, y no tienen miedo de lidiar con ambos lados del cerebro.
      5. Sé concreto y usa un estilo narrativo propio para los negocios: evita vagas generalizaciones y palabras enrevesadas, sé conciso y ve al grano. Si la historia es específica y concreta, tendrá más gancho y será memorable.
      6. Incluye alguna sorpresa: las sorpresas no sólo mantienen la atención de la audiencia, hacen a tu historia más impactante. Las sorpresas aumentan la adrenalina del cerebro que incrementa la formación de la memoria.
      7. Haz a la audiencia partícipe de la historia: la experiencia siempre ha sido el mejor profesor. Si puedes convertir tu historia en algo de lo que tu audiencia pueda formar parte, será mucho más efectiva. No les cuentes solamente que descubriste por accidente que el producto de la competencia funcionaba mejor que el tuyo, crea una situación idónea para que lo descubran ellos. 

Las historias que son contadas una y otra vez acaban formando parte de la cultura y la herencia de la organización. Pueden venir del CEO, de un empleado nuevo o de cualquier otro… Si las historias son buenas, genial; si no lo son, puedes reemplazarlas por otras mejores.

La gente contará historias de tu compañía tanto si quieres como si no. Afortunadamente, tú puedes elegir cuáles se cuentan. ¿La forma de hacerlo? Anticiparte.

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Alumni destacado Escuela Europea de Coaching

EEC Alumni es un espacio de aprendizaje donde nos nutrimos todos aquellos coaches que nos hemos formado en la Escuela Europea de Coaching. Nos ofrece multitud de herramientas útiles que cubren nuestras necesidades profesionales: webinars, talleres, sesiones observadas, conferencias, presentaciones de libros…

Todos los meses invitan a un alumni a realizar una entrevista. Este mes el alumni destacado es Agustín Fernández. Puedes leer la entrevista en este enlace.

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Confianza, el valor indispensable

«Confianza no es saber todo del otro, es no necesitar saberlo». 

En la anterior entrada de este blog, escribía sobre valores, esas palabras que representan los principios, cualidades y comportamientos que una persona establece como prioritarios en cada etapa de su existencia. Configuran el mapa que nos ayuda a conducirnos por el camino de la vida encontrando soluciones a nuestras necesidades de forma coherente.

Cuando en una sesión de coaching, acompaño a un coachee a encontrar sus valores fundamentales, le invito a que incluya entre ellos la confianza. Confianza en si mismo, confianza en aquellos con los que se relaciona, confianza en los diferentes sistemas o contextos en los que se mueve, confianza en el mundo que le rodea… confianza, confianza, confianza… la base de cualquier relación, sin la cual no es posible la armonía y la conexión.

La confianza es la interpretación que hacemos sobre nuestra capacidad, la de otros, o la de un sistema, para cumplir compromisos. Este juicio lo realizamos en base a tres aspectos diferentes: el histórico, la competencia y la coherencia.

    • Histórico. Nuestras experiencias pasadas influyen en nuestra opinión a la hora de valorar la credibilidad, y nos apoyamos en ellas para «predecir» que va a ocurrir en el futuro. Esto sucede para lo bueno, cuando hay un histórico de cumplimientos, pero también para lo malo, y refuerza nuestras creencias, tanto las posibilitadoras como las limitantes.
    • Competencia. La percepción que tenemos sobre las habilidades necesarias para poder cumplir un compromiso, es también un elemento que valoramos en relación con la confianza. Afortunadamente, las capacidades se pueden entrenar y desarrollar hasta el punto necesario para ser competentes.
    • Coherencia. Cuando consideramos que lo que vemos y lo que oímos no es homogéneo, que el pensamiento, la palabra y el comportamiento no están alineados, detectamos una falta de sinceridad que ahuyenta nuestra confianza. En ocasiones, esta percepción procede de una falta de información que nos conduce a un juicio equivocado. Contrastar los hechos nos ayuda a tener una mirada más amplia de la situación y abrirnos a nuevas posibilidades.

La confianza es un valor clave en nuestra vida, es imprescindible para poder relacionarnos de forma equilibrada con el mundo. En todas nuestras actividades está presente y nuestro comportamiento está influenciado por ella. Pero es algo que cuesta construir y que es fácil perder, es frágil, y de ahí, la importancia de cuidarla y mantenerla.

cómo se construye la confianza

Cumplir los compromisos que libremente adquirimos genera confianza. Si no vamos a poder cumplirlos, seamos honestos y no nos comprometamos. Y si ha surgido algún imprevisto con el que no contábamos, hay que explicarlo y «re-negociarlo».

El respeto por los límites de los demás, también genera confianza. Debemos valorar cómo afectan nuestras decisiones a los demás, y una vez hecho, responsabilizarnos de ellas.

En tercer lugar, mantenernos presentes, escuchar con verdadero interés los relatos, los nuestros y los de los demás… para comprender, para conectar con la compasión en lugar de hacerlo con el juicio crítico.

cómo se DESTRUYE la confianza

Mentir es la forma más sencilla de acabar con la confianza. La mentira genera dudas y es interpretada como una traición que debilita la relación. Es la fórmula perfecta para demostrar nuestra falta de coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Sin embargo, debemos ser cuidadosos a la hora de dejar de confiar cuando alguien nos miente, y escuchar las razones por las que lo ha hecho.

Repetir los comportamientos que han provocado la ruptura de la confianza es otra buena forma de acabar con ella. Esta reiteración en los mismos errores transmite falta de respeto e interés por los valores de los demás, lo que complicará, sin duda, la relación.

Cómo se restaura la confianza

Siendo vulnerables y admitiendo nuestros errores. Reconocer que nos equivocamos y ofrecer una reparación del daño causado es la mejor manera de re-conectar con la confianza. Expliquemos las razones que nos llevaron a ese comportamiento, pero sin justificarnos, desde la humildad, para alejar el conflicto.

Hagamos cambios que demuestren nuestra actitud de mejora y que ofrezcan razones para reconstruir la confianza perdida o debilitada.

En último lugar, debemos tener paciencia. Es importante recordar que cuanto mayor es el daño causado por la ruptura de la confianza, mayor debe ser nuestro esfuerzo por recuperarla y el tiempo que necesitaremos para ello.

¿Habéis escuchado alguna vez que la confianza es como un jarrón, que una vez roto, aunque se pegue ya no es el mismo? Quizás no vuelva a ser el mismo, pero puede ser incluso mejor. El «kintsugi» es una técnica japonesa que consiste en reparar piezas de cerámica rotas con oro, multiplicando el valor original de la misma.

Si perdemos o rompemos una relación importante de confianza, podemos restaurarla y enriquecerla comprometiéndonos a unirla de nuevo con un material fuerte y valioso: el amor y la compasión.

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Valores, el mapa de tu bienestar

«La felicidad es el estado de consciencia que procede del logro de los valores propios». Ayn Rand.

Existen cientos de definiciones del concepto «valor». Para mí, los valores son palabras que representan los principios, cualidades y comportamientos que una persona establece como prioritarios en cada etapa de su vida. Es decir, son el mapa que me indica cuál es el camino más coherente para alcanzar equilibrio, plenitud y bienestar.

Su significado es subjetivo y, por lo tanto, diferente para cada uno de nosotros en función de nuestra educación, cultura y experiencias. Además, su importancia y significado varían a lo largo de tu vida, en función de las diferentes creencias que les asocias. Por ejemplo, posiblemente no tenga el mismo peso en tus valores fundamentales la salud antes y después de haber sufrido una enfermedad grave.

Es importante separar la importancia de un valor de su presencia en tu vida. No siempre todos tus valores fundamentales están presentes en tu «ahora», lo cual puede ser un indicativo de una importante necesidad a la que debes atender.

Para qué sirve indentificar tus valores fundamentales

En primer lugar saber qué es lo realmente importante para ti en cada momento de tu vida, te permite conocer cómo deberías vivir para sentirte bien, para encontrar armonía entre tus comportamientos, tus pensamientos y tus sentimientos.

Además, sobre tus valores fundamentales, podrás definir tus metas, alineadas con ellos, para que exista la coherencia entre valores y compromisos necesaria para darles sentido, para que se conviertan en un estímulo en lugar de ser un freno.

También te serán muy útiles a la hora de tomar decisiones complejas. El comparar las diferentes opciones que se te presentan con tus valores, podrás evaluar cual de ellas es más afín a los mismos y, por lo tanto, que decisión te conectará mejor con aquello que realmente es importante para ti.

Por último, la mayor o menor presencia de tus valores fundamentales en un momento concreto de tu vida, te facilitará identificar a qué necesidades debes atender de forma prioritaria, para evitar esa sensación de vacío que sentimos en algunas ocasiones.

analizar su impacto en tu momento presente

Observa el equilibrio de tu valores fundamentales en función del contexto con el que se relacionan: tu relación contigo mismo, tus relaciones con los demás y los aspectos más pragmáticos y materiales. Este equilibrio, o falta de él… ¿cómo afecta en tu vida?, ¿es esto lo que quieres, o debes diseñar un plan de acción para sustituir alguno de ellos?

Evalúa cómo de presentes están en este momento de tu vida, en tus comportamientos, en tus diferentes contextos, en tu «estar siendo»… analizar lo congruencia entre tus valores y tu momento presente para poner foco en aquel que más atención necesita.

En último lugar, analiza el alineamiento de tus valores con tus objetivos. Si existe algo que no encaja, cambia tu objetivo o la manera de conseguirlo.

Cómo identificar y analizar tus valores fundamentales

Para identificar cuáles son los valores fundamentales en esta etapa de tu vida y analizar su impacto en tu momento presente, debes hacer una reflexión profunda, mirarte por dentro, explorar tus creencias, tus juicios, tus pensamientos, tus emociones y tus comportamientos.

En 80 días coaching acompañamos a nuestros clientes, a través del coaching, a  diseñar su mapa, a construir el plan de acción que les impulse a alcanzar el equilibrio, la plenitud y el bienestar que todos deseamos en nuestro día a día.

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Guía para ser feliz

«Ser feliz es dar gracias por cada mañana, por el milagro de la vida» Papa Francisco.

Hoy he tenido la oportunidad de leer una homilía del Papa Francisco que incluye instrucciones precisas para vivir el camino de la felicidad, ese estado de equilibrio, bienestar y alegría tan codiciado por todos. Quiero compartir contigo lo que considero una perfecta «guía rápida para ser feliz», aquí la tienes.
 
 
Puedes tener defectos, estar ansioso y vivir enojado a veces, pero no olvides que tu vida es la empresa más grande del mundo. Sólo tú puedes evitar que se vaya cuesta abajo. Muchos te aprecian, admiran y aman.  Si pensabas que ser feliz es no tener un cielo sin tormenta, un camino sin accidentes, trabajar sin cansancio y relaciones sin desengaños, estabas equivocado.
 
Ser feliz no es sólo disfrutar de la sonrisa, sino también reflexionar sobre la tristeza. No sólo es celebrar los éxitos, sino aprender lecciones de los fracasos. No es sólo sentirse feliz con los aplausos, sino ser feliz en el anonimato. La vida vale la pena vivirla, a pesar de todos los desafíos, malentendidos y periodos de crisis.
 
Ser feliz no es un destino del destino, sino un logro para quien logra viajar dentro de sí mismo. Ser feliz es dejar de sentirse víctima de los problemas y convertirse en el autor de la propia historia, atravesar desiertos fuera de ti, pero lograr encontrar un oasis en el fondo de tu  alma. Ser feliz es dar gracias por cada mañana, por el milagro de la vida. Ser feliz es no tener miedo de tus propios sentimientos.
 
Es saber hablar de ti. Es tener el coraje de escuchar un «no». Es sentirse seguro al recibir una crítica, aunque sea injusta. Es besar a los niños, mimar a los padres, vivir momentos poéticos con los amigos, incluso cuando nos lastiman.
 
Ser feliz es dejar vivir a la criatura que vive en cada uno de nosotros, libre, feliz y sencilla. Es tener la madurez para poder decir «me equivoqué». Es tener el valor de decir «perdón». Significa tener la sensibilidad para decir «te necesito». Significa tener la capacidad de decir «te amo».
 
Que tu vida se convierta en un jardín de oportunidades para ser feliz. Que tu primavera sea amante de la alegría. Que seas un amante de la sabiduría en tus inviernos.  
 
Y cuando te equivoques, empieza de nuevo desde el principio. Sólo entonces te apasionará la vida. Descubrirás que ser feliz no es tener una vida  perfecta. Usa las lágrimas para regar la tolerancia. Usa las pérdidas para entrenar la paciencia.  Usa los errores para esculpir la serenidad.  Usa el dolor para pulir el placer.  Usa los obstáculos para abrir ventanas de inteligencia.
 
Nunca te rindas … Nunca te rindas con las personas que te aman. Nunca renuncies a la felicidad, porque la vida es un espectáculo increíble.
 
Papa Francisco.
 
 
Léela, practícala… que sea tu mapa en aquellos momentos en los que te encuentres perdido, desubicado o desorientado… que te ayude a regresar al camino de la felicidad cuando te encuentres fuera de él.
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Cómo cambia tu vida cuando destierras de ella la palabra «pero»

«Suelta lo que pesa. Ama lo que tienes. Agradece lo que llega.»

Aquellos que practicamos el coaching ontológico somos muy conscientes del poder del lenguaje a la hora de generar realidad. Las palabras no son inocentes, dan forma a nuestros pensamientos y a diferentes interpretaciones de la realidad, limitándonos o posibilitándonos en la creación de nuestro futuro. Desterrar algunas de ellas de nuestros relatos nos puede ayudar a cambiar nuestra vida.

Los peros

La palabra pero es una conjunción adversativa que sirve para contraponer a un concepto otro diverso o ampliativo del anterior. Por lo general, tras un pero encontramos una matización contraria, ya sea en lo positivo o en lo negativo. Me explico con un ejemplo: «el vaso tiene agua, pero no está lleno» o «el vaso no está lleno, pero tiene agua».

En ambos casos, la conjunción pero separa un concepto observado desde la abundancia (lo que tengo), del mismo observado desde la escasez (lo que me falta). De una u otra manera, cuando utilizamos el «pero» estamos generando dos opciones excluyentes: o pongo foco en el espacio vacío, o lo pongo en el agua. 

Daniel Roth, en su libro «El Hábito del Logro«, nos propone sustituir el pero por un y, la conjunción que incluye por la que excluye. De este modo ampliamos nuestra mirada y damos espacio a una realidad mucho más objetiva y posibilitadora. Ponemos foco en la abundancia y utilizamos la escasez como estímulo para accionar en aras de nuestro desarrollo.

Lo que tengo o lo que me falta

Algunas personas tienen la tendencia a poner el acento más en lo que les falta que en lo que tienen, lo cual les produce una insatisfacción constante. Cuando alcanzan algo, vuelven a pensar en lo que no tienen, y no disfrutan de todo lo anteriormente logrado. Está bien, y es necesario, tener aspiraciones, siempre que no se traduzcan en obsesión, frustración o insatisfacción.

En ocasiones, nos resulta más sencillo instalarnos en la queja o buscar culpables por lo que nos falta, que hacernos responsables y esforzarnos por conseguirlo. Además, la sociedad actual de consumo nos empuja a poner más peso en aquello que no tenemos, dirigiendo nuestro foco hacia lo negativo y normalizando lo positivo, restándole valor. Esto es lo que en psicología se conoce como «sesgo negativo».

Sin embargo, podemos elegir mirar desde la abundancia, desde lo que sí tengo. Ésta es una mirada hacia la oportunidad, donde haciéndote consciente de tus recursos (de tus síes), podrás utilizarlos para ser fiel con tu compromiso de mejora y crecimiento.

Te invito a desterrar el pero que resta, y abrazar esa otra actitud que suma, que genera confianza y autoestima y que te conecta con la gratitud, la generosidad, la alegría y la curiosidad. Puedes cambiar tu vida.

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El perdón que te libera

«El perdón es una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor y tenemos en paz el alma». Madre Teresa de Calcuta.

A lo largo de nuestras vidas, en más ocasiones de las que nos gustaría, encontramos situaciones y personas que, con su comportamiento, nos causan dolor. Este sentimiento es una reacción natural, inevitable y que se va mitigando poco a poco. Sin embargo, el sufrimiento es una creación originada por nuestros pensamientos, por la interpretación que hacemos de lo que ocurrió. Lo peor es que puede prolongarse en el tiempo, enquistarse y causarnos mucho daño.

Estos relatos que se generan a partir de nuestro dolor, normalmente se asocian a la persona o circunstancia que lo generó, o a nosotros mismos si interpretamos que somos responsables de él. Y es así como creamos vínculos que producen sufrimiento, alimentándolos con emociones como la rabia, la tristeza, el miedo… y con comportamientos como el victimismo, la venganza, el rencor, la culpa… 

La esclavitud del rencor

Cuando el origen del dolor es el comportamiento de otra persona, o de las propias circunstancias de la vida, a veces adversas, podemos caer en el victimismo: nos sentimos injustamente tratados y necesitamos una compensación, en forma de reparación o en forma de venganza… aparece el rencor. Este sentimiento tan destructivo genera un fuerte vínculo con el origen del dolor, nos ata a él y es la causa del sufrimiento prolongado.

Cuando vivimos en el rencor y no somos capaces de alejar de nuestros pensamientos estas conversaciones, nos convertimos en esclavos resentidos, llenos de ira, de sed de venganza… y a la vez débiles,  impotentes e incapaces de acabar con el sufrimiento.

La esclavitud de la culpa

Por otra parte, si consideramos que el dolor tiene como causa nuestro propio e inadecuado comportamiento, aparece el no menos destructivo sentimiento de culpa. Cuestionamos no sólo nuestro «hacer», sino también nuestro «ser» y dejamos de aceptarnos provocando un intenso malestar.

Desde la culpa, distorsionamos la realidad, llenamos nuestra mente de pensamientos negativos y desarrollamos una imagen de nosotros mismos que comporta un tremendo desgaste de nuestra autoestima. Desde esta posición también generamos un fuerte vínculo con la causa del dolor y un sufrimiento permanente.

La libertad del perdón

Sea de una o de otra manera, instalados en el rencor o instalados en la culpa, hemos cedido el control de nuestras emociones a algo o alguien. En este caso, nuestras posibilidades de acción se limitan y el sufrimiento permanece… ¿qué hacer entonces?

Tomar la decisión de perdonar: romper las cadenas que nos atan al sufrimiento, cortar los vínculos que creamos con la causa del dolor, esté fuera o dentro de nosotros, y recuperar el control de nuestras emociones. ¿Cómo?

    • Asume que a lo largo de tu vida te cruzarás con personas y situaciones que pueden generarte dolor, del mismo modo que también encontrarás placer. Ambos son parte de tu existencia.
    • Cuida tus pensamientos, abre la puerta a diferentes interpretaciones y juicios de lo que experimentas. No puedes cambiar la realidad, pero sí la forma en que la vives.
    • Analiza las adversidades por las que pases, para darles sentido y extraer de ellas el aprendizaje que siempre las acompaña.
    • Perdona por ti, no por los demás, corta el vínculo que te ata a aquello que te hizo daño y te sentirás libre y en paz.

Explora en tu interior y busca si aún existen ataduras que te hacen sufrir… perdona y recupera tu paz, tu equilibrio y tu armonía.

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