Cada día creo más en el ser humano

«A veces sentimos que lo que hacemos es sólo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota» Santa Teresa de Calcuta.

Los medios de comunicación y las redes sociales nos trasladan cada día una imagen de la sociedad egoísta, superficial, vacía… en la que es difícil depositar fe y esperanza. Me resisto a comprar esta idea, elijo interpretarlo como sombras necesarias para que apreciemos las luces. Las luces de la verdadera esencia del ser humano: la generosidad, la gratitud, la bondad, la compasión, la solidaridad, la humildad, el amor…

Hace unos días escuché una historia que reafirmó mi voluntad de creer en el ser humano, mi confianza en nuestra capacidad de construir un mundo cada vez mejor, más completo y con mayor armonía.

LA HISTORIA

Amalia es profesora en una escuela rural. Siempre encuentra una buena idea para motivar a sus alumnos, a los que tanto quiere.

Hoy es día de evaluación. Para animar a sus alumnos a esforzarse y concentrarse en su trabajo, les promete que ofrecerá un regalo al que obtenga la mejor nota: un bonito par de zapatos.

Los alumnos comienzan a escribir con entusiasmo, cada uno de ellos quiere ser el mejor! Después de recoger los exámenes, la profesora se sorprende al ver que todos los estudiantes respondieron las preguntas perfectamente.

Elogia a los alumnos por su esfuerzo y buen desempeño, pero está confundida… «¿A quién le daré este regalo?», piensa para sí misma. La profesora pide la opinión de sus alumnos. Ellos le ofrecen la opción de realizar un sorteo que a todos les parece la mejor solución! 

Entonces, la profesora les pide que escriban su nombre y apellido en una hoja de papel y luego los coloquen en una caja sobre su mesa. Los mezcla bien y pide a un alumno que elija uno al azar. 

La feliz y afortunada ganadora es una niña llamada Amenan Sarah. Bajo los vítores y aplausos de los alumnos, la pequeña, muy emocionada, se adelanta a recibir su regalo, un regalo que necesita desesperadamente en este momento. 

Esta niña pertenece a una familia numerosa y muy humilde. Su padre quedó discapacitado después de un grave accidente laboral y su madre trabaja todo lo que puede como empleada de limpieza. Su salario no es suficiente para cubrir las necesidades de su hija y sus hermanos, Es por ello que la niña siempre lleva los mismos zapatos gastados de años anteriores. 

Con lágrimas de alegría, Amenan Sarah recibe su hermoso regalo, abraza a su profesora y da las gracias a sus compañeros.

Cuando la profesora regresa a casa, le cuenta todo a su marido, quien le anima y le dice que está muy orgulloso de ella. Pero, de repente, la mujer comienza a llorar!

Sorprendido, su marido le pregunta: «¿Por qué lloras cariño?» Limpiándose las lágrimas, ella le explica: «Cuando los alumnos salieron de la clase, revisé todas las demás hojas de papel destinadas al sorteo y descubrí que todos habían escrito el nombre de Amenan Sarah en lugar de escribir el suyo propio. Sabían que su compañera era la que más necesitaba los zapatos y fueron solidarios con ella, eso es lo que más me conmovió».

Solos podemos ir rápido, juntos podemos ir lejos. 

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