No te rindas

«No puedes controlar todas las situaciones de tu vida, pero sí puedes controlar tus actitudes hacia esas situaciones.» Zig Ziglar.

La pasada semana, en una charla sobre resiliencia, organizada por la Escuela Europea de Coaching, Sofía Taouqi nos recordó una antigua leyenda a la que podemos acudir cuando tengamos la tentación de tirar la toalla. La reproduzco a continuación para aquellos que no tuvisteis la oportunidad de escucharla.

El Helecho y el Bambú

En una época en la que pasaba una mala racha, decidí un día darme por vencido… renuncié a mi trabajo, a mi relación, a mi vida. Fui al bosque para hablar con un anciano que decían era muy sabio.

-¿Podría darme una buena razón para no darme por vencido? Le pregunté.

-Mira a tu alrededor. Me respondió. ¿Ves el helecho y el bambú?

-Sí, respondí.

-Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. El helecho rápidamente creció. Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla de bambú. Sin embargo no renuncié al bambú.

-En el segundo año el helecho creció más brillante y abundante, y nuevamente nada creció de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú. 

-En el tercer año, aún nada brotó de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.

-En el cuarto año, nuevamente, nada salió de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.

-En el quinto año un pequeño brote de bambú se asomó en la tierra. En comparación con el helecho era aparentemente muy pequeño e insignificante.

-El sexto año, el bambú creció más de 20 metros de altura. Se había pasado cinco años echando raíces que lo sostuvieran. Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir.

-¿Sabías que todo este tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces? Me dijo el anciano y continuó…

-El bambú tiene un propósito diferente al del helecho, sin embargo, ambos son necesarios y hacen del bosque un lugar hermoso.

-Nunca te arrepientas de un día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales para la vida, me dijo el anciano y continuó…

-La felicidad te mantiene dulce. Los intentos te mantienen fuerte. Las penas te mantienen humano. Las caídas te mantienen humilde. El éxito te mantiene brillante…

Algunas veces sentimos la tentación de tirar la toalla, nos sentimos cansados de tanto esfuerzo sin ver los resultados del mismo. Si no consigues lo que deseas a pesar de trabajar por ello, no desesperes ni renuncies… posiblemente sólo estés echando raíces… las raíces que necesitas para sostener tus retos.

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Comunicación no violenta, un lenguaje de vida

«Mi experiencia me ha enseñado que es posible resolver casi cualquier conflicto de una manera que satisfaga a todos». Marshall Rosenberg.

¿Has experimentado en alguna ocasión la sensación de que una relación se ha resentido por una comunicación inadecuada? Malentendidos, frustración, distanciamiento, desconfianza… El lenguaje es la principal herramienta que usamos para interactuar tanto con los demás como con nosotros mismos, y determina, de forma importante, el resultado de nuestras relaciones.

Como seres sociales, necesitamos relacionarnos con los demás para crecer, aprender, ayudarnos, darnos afecto, sentirnos parte de algo… Intercambiamos información, expresamos ideas, y compartimos sentimientos. La calidad del tiempo que pasamos con los demás depende de cómo realizamos este intercambio a través de nuestra comunicación, al hablar y también al escuchar.

La mayoría de nosotros hemos crecido en un mundo que, a veces, nos empuja a juzgar, a etiquetar, a culpar y a exigir. Desde estos parámetros nuestro lenguaje y nuestra escucha se vuelven egoístas, acusadores, competitivos y violentos. Ésta es una comunicación que aleja, que separa.

Marshall Rosenberg nos propone en su libro «La Comunicación NoViolenta» un enfoque del lenguaje que excluya los juicios, el pensamiento nosotros-contra-ellos y nuestra interpretación parcial de los hechos. Una forma de comunicarnos que nos confiere una nueva identidad desde la que observamos los sentimientos y las necesidades del otro, desde la que aceptamos su realidad y conectamos.

La CNV (comunicación no-violenta), expande nuestra consciencia y nos conduce a dar desde la compasión, escuchando nuestras necesidades más profundas y las de los demás, consiguiendo relaciones que enriquecen y una conexión firme con los demás y con nosotros mismos.

Este libro no sólo nos enseña una técnica de comunicación, nos permite aprender a transformar nuestros pensamientos para mejorar nuestras relaciones, para ser compasivos, para gestionar nuestras emociones, para alejarnos de las críticas y los juicios, y para encontrar puntos comunes que nos distancien del conflicto y nos acerquen a la paz.

Un libro del que se han vendido más de un millón de ejemplares, traducido a más de 30 idiomas diferentes, utilizado por negociadores, mediadores, líderes, coaches, psicólogos, profesores, padres… y que no puede faltar en la biblioteca de cualquiera que busque una vida plena y en armonía.

Puede encontrar «Comunicación NoViolenta. Un lenguaje de vida» de Marshall B. Rosenberg en:

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Coraje

«El coraje no es la ausencia de miedo, sino el juicio de que algo es más importante que el miedo». Ambrose Redmoon.

coraje

Cuando le damos más importancia a nuestras metas que a las dificultades que encontramos al trabajar por ellas, estamos ejercitando una virtud, el coraje, que facilita e impulsa nuestro desarrollo personal. El coraje no consiste en no tener miedo,  sino en afrontar la realidad gestionando el miedo.

La RAE define el coraje como «impetuosa decisión y esfuerzo del ánimo, valor». La primera parte de esta definición hace referencia a la determinación («decisión») con la que realizamos algo aplicando nuestra fuerza interior («impetuosa»)… Es una virtud generada por nuestro deseo de actuar… cuanto más ferviente sea, mayor será nuestro coraje, nuestro valor para afrontar el reto.

Cuando salimos de nuestra zona de confort, la incertidumbre y las dificultades de enfrentarnos a algo nuevo pueden provocarnos miedo, temor a lo desconocido, al fracaso… Es un miedo que sólo está en nuestros pensamientos, estamos imaginando una experiencia que no hemos vivido y que, en la mayoría de las ocasiones, será diferente a como la pensamos. Cuando enfrentamos nuestros miedos, los hacemos tan pequeños que dejan de ser una barrera.

Coraje es tener la firme convicción de que merece la pena el esfuerzo. Es tener la voluntad de hacerlo permitiendo a nuestros miedos que nos indiquen dónde está el peligro y qué necesitamos para enfrentarlo sin que nos detenga. El «esfuerzo del ánimo» al que hace referencia la segunda parte de la definición de la RAE.

Recuerda la última ocasión en la que tuviste coraje… para qué lo utilizaste?, cuál fue el poderoso deseo que te impulsó a enfrentar tus miedos? cómo te sentiste? qué lograste?… Si fuiste capaz entonces, no hay nada que te impida volver a hacerlo.

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Aceptación

«Señor, concédeme serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar, valor para cambiar lo que puedo y sabiduría para poder diferenciarlo». Reinhold Niebuhr

A veces nos encontramos en situaciones no deseadas sobre las que no tenemos ninguna posibilidad de cambio. Preguntarnos por qué, buscar culpables, quejarnos y asumir una posición de víctima, no ayuda: nos provoca rabia, tristeza,  frustración, desesperanza… Si mantenemos esta conversación en nuestra mente, estamos atrapados, no avanzamos y generamos sentimientos que nos limitan.

No podemos evitar que aparezcan estas emociones, pero sí podemos hacer que permanezcan sólo el tiempo necesario. De no ser así, las convertiremos en un estado de ánimo desde el que todo será más complicado. Cambiando nuestros relatos, podemos conectar con la serenidad, la confianza, la compasión, el optimismo… emociones que nos impulsan, que canalizan nuestra energía hacia nuevas posibilidades.

La aceptación es el primer paso para romper las cadenas. Significa hacernos conscientes de las situaciones que no podemos cambiar y aprender a convivir con ellas en paz, obtener el aprendizaje que nos aportan y hacernos responsables de lo que sí está en nuestras manos.

Aceptar no es resignarse, ni acatar, ni conformarse… es la decisión que tomamos libremente de admitir que existen circunstancias que no están a nuestro alcance, dejar de luchar contra ellas y poner nuestra atención en acciones que nos permitan vivir como queremos. La aceptación abre las puertas a nuestras metas.

Desde esta posición, nos encontramos en disposición de construir, se abren ante nosotros nuevas posibilidades para mejorar nuestra situación e ir diseñando un futuro mucho mejor. Distingue lo que no puedes cambiar de lo que sí puedes cambiar, acepta lo primero y pon el foco y tu energía en lo segundo… recuperarás la calma.

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Metas

«No hay viento favorable para el que no sabe dónde va». Séneca

metas

¿Has pensado en alguna ocasión que ocurrirí­a si salieses de viaje sin un destino concreto, sin equipaje, sin los recursos necesarios, sin ninguna razón que lo justifique, sin objetivo?

Es difí­cil encontrar el camino cuando no hemos fijado un destino… vagamos de un lado a otro, sin saber el «dónde», el cómo» y el «para qué». Nos dejamos arrastrar por la corriente y estamos en manos de las circunstancias. Será el azar o la voluntad de los demás quienes nos guí­en, quienes manejen nuestro rumbo. Las posibilidades de disfrutar del viaje son escasas o fortuitas.

Cuando nos marcamos una meta, podemos diseñar un plan para alcanzarla, identificar las dificultades, definir los recursos que necesitamos y enfocar nuestras acciones y nuestro esfuerzo sin que éste se diluya. Un objetivo concreto y una buena razón para conseguirlo, se convierte en una fuente de compromiso y motivación.

Define tu meta de forma detallada, medible, que sea real y alcanzable pero a la vez retadora, y delimítala en el tiempo. Diseña un plan de acción y ponlo en marcha. El reto tirará de ti, te atraerá hacia él como un imán, generando la actitud y la persistencia necesarias para que lo hagas tuyo.

La libertad de decidir qué queremos para nuestra vida y de alinearlo con nuestros valores, con lo realmente importante, nos llena de ilusión, desata nuestro potencial y nos permite disfrutar del proceso a pesar de las dificultades.

Si aún no lo has hecho, elige dónde quieres ir, cuánto quieres tardar y para qué quieres llegar. Después, comienza a andar… sé flexible, aprende de aquellos con quienes te cruces o con quienes lo compartas, crece con las dificultades, transita por tus emociones, disfruta del camino y, cuando llegues, también del destino.

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