Insiste, persiste, resiste y no desistas

«No es tiempo para la comodidad y facilidad. Es tiempo para atreverse y resistir.» Winston Churchill.

En esta época compleja cobran un especial sentido conceptos sobre los que ya he escrito en anteriores entradas: «No te rindas» y «10 tips para entrenar la resiliencia«. Insistir, persistir, resistir, no desistir… son algunas de las habilidades que te ayudan a navegar con solvencia en aguas revueltas.

Para poder poner en marcha todas estas habilidades hay algo imprescindible: tener motivos para hacerlo. A continuación podéis leer un poema, atribuido a Mario Benedetti, lleno de razones para insistir, persistir, resistir y no desistir.

NO TE RINDAS

No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso, continuar tus viajes, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños.

 Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque lo has querido y porque te quiero, porque existe el vino y el amor, es cierto, porque no hay heridas que no cure el tiempo.

Abrir las puertas, quitar los cerrojos, abandonar las murallas que te protegieron, vivir la vida y aceptar el reto, recuperar la risa, ensayar un canto, bajar la guardia y extender las manos desplegar las alas e intentar de nuevo, celebrar la vida y retomar los cielos.

No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se ponga y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento.

Porque no estás solo, porque yo te quiero.

Piensa en los cientos, miles de razones que tienes para no rendirte, para seguir adelante comprometido con tus sueños, para seguir trabajando por ellos.

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10 tips para entrenar la resiliencia

«Una vez que has elegido la esperanza, todo es posible.» Christopher Reeve.

La resiliencia es la capacidad de hacer frente a las situaciones complejas de nuestra vida, convirtiendo el dolor en energía para superarnos y salir fortalecidos. La aceptación, la esperanza, la adaptación, la actitud… son algunos de los nutrientes que pueden fortalecer este «músculo».

Te ofrezco 10 «tips» que te ayudarán a desarrollar esta virtud tan importante en una situación como la que actualmente vivimos.

    1. Distingue. Es importante que separes aquello que tienes posibilidades de cambiar de lo que no está en tu mano transformar. No desperdicies fuerzas en preguntarte ¿por qué?, pon el foco en aquello sobre lo que sí tienes capacidad de acción, y comprométete con ello. Pregúntate ¿pára qué puede servirme esta situación?
    2. Sé consciente. Todos tenemos capacidades y limitaciones, y es importante que sepas cuáles son ambas. El autoconocimiento te otorga el poder de diseñar tus retos no sólo contando con tus deseos y necesidades, sino también con tus recursos.
    3. Confía. Ten la seguridad de que posees todo lo necesario para conseguir tus objetivos. Ten fe en las personas que te rodean y en que se pondrán a tu lado para darte la energía que necesites. Piensa en que todo pasa, nada es eterno, la duración de cualquier situación siempre es limitada.
    4. Aprende. Las dificultades te ofrecen la oportunidad de transformarte, de crecer y desarrollarte. Busca el aprendizaje que puedes obtener. Piensa en la persona en la que te vas a convertir y en todo lo que podrás «hacer» desde este nuevo «ser».
    5. Sé positivo. Que no está reñido con ser realista. Ser objetivo te permite distinguir los aspectos positivos y negativos de cualquier situación, para centrarte en los primeros y disfrutar del «viaje» hacia tu meta.
    6. Suelta el control. No es posible controlar todos los aspectos de tu vida, e intentarlo sólo te puede conducir a la frustración y la desesperanza. Aprende a convivir con la incertidumbre y a gestionar tus emociones: si no puedes cambiar la situación, cambia tu forma de vivirla.
    7. Sé flexible. Mantén una actitud abierta ante los cambios, atrévete a experimentar, aprender y crecer ante las nuevas circunstancias. Aunque tengas claro lo que deseas, lo cual es muy importante, adapta tu planes y tus retos si es necesario.
    8. Persiste. La perseverancia es un árbol de raíces amargas, pero de frutos muy dulces. Mantente firme ante tu propósito, no te rindas y pon toda tu capacidad de esfuerzo, una y otra vez, en favor de tus objetivos. Como decía Napoleón… «el éxito no reside en vencer siempre, sino en no desanimarse nunca».
    9. Cuida tus compañías. Acércate a la gente que suma y aléjate de la que resta. Las personas positivas nos impulsan y crean a nuestro alrededor las condiciones necesarias para motivarnos. No dudes en pedir la ayuda que necesites, siempre estarán dispuestos a dártela.
    10. Ten buen humor. Ríete de ti mismo y también de las situaciones adversas, te ayudará a tomar distancia y quitarles peso. La risa te permite vivir las dificultades desde emociones  que posibilitan, inspiran y descargan tensión. El buen humor alejará de ti el estrés, el sufrimiento y el conflicto.

Incorpora estos ingredientes a tu vida y tu resiliencia crecerá de tal forma que serás capaz de gestionar adecuadamente cualquier situación complicada.

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No te rindas

«No puedes controlar todas las situaciones de tu vida, pero sí puedes controlar tus actitudes hacia esas situaciones.» Zig Ziglar.

La pasada semana, en una charla sobre resiliencia, organizada por la Escuela Europea de Coaching, Sofía Taouqi nos recordó una antigua leyenda a la que podemos acudir cuando tengamos la tentación de tirar la toalla. La reproduzco a continuación para aquellos que no tuvisteis la oportunidad de escucharla.

El Helecho y el Bambú

En una época en la que pasaba una mala racha, decidí un día darme por vencido… renuncié a mi trabajo, a mi relación, a mi vida. Fui al bosque para hablar con un anciano que decían era muy sabio.

-¿Podría darme una buena razón para no darme por vencido? Le pregunté.

-Mira a tu alrededor. Me respondió. ¿Ves el helecho y el bambú?

-Sí, respondí.

-Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. El helecho rápidamente creció. Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla de bambú. Sin embargo no renuncié al bambú.

-En el segundo año el helecho creció más brillante y abundante, y nuevamente nada creció de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú. 

-En el tercer año, aún nada brotó de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.

-En el cuarto año, nuevamente, nada salió de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.

-En el quinto año un pequeño brote de bambú se asomó en la tierra. En comparación con el helecho era aparentemente muy pequeño e insignificante.

-El sexto año, el bambú creció más de 20 metros de altura. Se había pasado cinco años echando raíces que lo sostuvieran. Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir.

-¿Sabías que todo este tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces? Me dijo el anciano y continuó…

-El bambú tiene un propósito diferente al del helecho, sin embargo, ambos son necesarios y hacen del bosque un lugar hermoso.

-Nunca te arrepientas de un día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales para la vida, me dijo el anciano y continuó…

-La felicidad te mantiene dulce. Los intentos te mantienen fuerte. Las penas te mantienen humano. Las caídas te mantienen humilde. El éxito te mantiene brillante…

Algunas veces sentimos la tentación de tirar la toalla, nos sentimos cansados de tanto esfuerzo sin ver los resultados del mismo. Si no consigues lo que deseas a pesar de trabajar por ello, no desesperes ni renuncies… posiblemente sólo estés echando raíces… las raíces que necesitas para sostener tus retos.

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