Ser y Estar Siendo

«La mejor manera de hacer, es ser» Lao Tse

En numerosas ocasiones acompañamos al verbo “ser” con un adjetivo que define una característica o un comportamiento… es habilidoso, o es torpe; eres ordenado, o eres caótico; soy extrovertido o soy introvertido… ¿Te resulta familiar? ¿Has escuchado o utilizado alguna vez expresiones como éstas? Estos adjetivos representan el juicio o interpretación que realizas sobre aquello que observas.

Este uso del “ser”, que aprendimos en nuestra infancia, responde a la creencia de que las personas somos más o menos valiosas en función de nuestros comportamientos. Si tu acción o resultado corresponde con la expectativa de los demás, consigues más reconocimiento. La “etiqueta” que colocas, o te colocan, tras el verbo “ser” sustituye tu verdadera esencia y llega a condicionarte en la forma en la que te percibes y actúas.

VIVIR EN EL HACER

Con la etiqueta colocada, vives en el “hacer”, tratando de responder continuamente a las expectativas que los demás tienen sobre ti, o que crees que los demás tienen sobre ti. Eliges renunciar a tu esencia en favor de la idea de que para ser aceptado necesitas responder a lo que se espera de ti.

Estas etiquetas, estos juicios, en muchas ocasiones te inmovilizan, te limitan, te hacen creer que no existen otras opciones, te conducen a pensar que tu verdadera esencia está en ese comportamiento, en ese “hacer”, dejando a un lado tus deseos y necesidades más profundas.

Incluso en algunas ocasiones las utilizas como refugio, como excusa para no salir de tu zona de confort, para no hacer el esfuerzo de superarte… “como soy perezoso… sigo tumbado en el sofá”, “como soy torpe… no voy a intentarlo”, “como soy muy ordenado… no dejo espacio para la improvisación”…

Y lo peor es que dejas de ser coherente con tus principios más valiosos dejándolos a un lado, renuncias a ser tú mismo, a tus necesidades, tus deseos, tus valores… tu verdadera esencia. Y todo para satisfacer las expectativas de otros. Dejas de saber lo que quieres y sientes un vacío difícil de llenar.

DISTINCIÓN SER Y ESTAR SIENDO

La distinción que propongo es que incorpores a tu lenguaje, a tus diálogos, a tu discurso, el “estar siendo”, dejando que el “ser” recupere su espacio.

Cuando dices “soy” (soy incapaz o… soy el mejor) te invitas a permanecer inmóvil, encadenado a la etiqueta para siempre. Sin embargo, cuando dices “estoy siendo” (estoy siendo incapaz o… estoy siendo el mejor), otorgas a la situación un espacio temporal distinto, te defines en un momento y contexto concreto. Generas una posibilidad de cambio, de aprendizaje, de hacer las cosas de una forma diferente.

Recuerdo una conversación con mi hijo, cuando era pequeño, en la que me explicaba, preocupado, que no había querido prestar un juguete a su hermana. Me preguntó: «Papá, ¿soy egoísta?» Siendo consciente de la distinción “ser y estar siendo”, le respondí: «No hijo, no eres egoísta. El comportamiento con tu hermana ha sido egoísta, pero en otro momento elegirás prestarle tus cosas, y ese día estarás siendo más generoso.»

Creo que aquello le tranquilizó, e imagino que en su interior se abrió la posibilidad de tener un comportamiento diferente, eliminó su sentimiento de culpa, y perdió sentido la excusa «soy así» para seguir sin compartir sus cosas.

Además, como sugería antes, el uso del “estar siendo” deja espacio al verdadero significado del “ser”, asociado a tu esencia, a tus necesidades, tus valores, tu propósito de vida.

VIVIR EN EL SER

Recuperando este significado del “ser” (del “yo soy” o del tú “eres”), tus acciones responderán a tus propios deseos y serán más coherentes con tus principios y aspiraciones. Estarás siendo más consciente y más responsable.

Vivir en el “ser” significa apagar el piloto automático y recuperar el gobierno de tu vida, tomar consciencia de quién eres, establecer contacto con tus necesidades y emociones, hacer respetar tus límites y prioridades, confiar en ti y en tu capacidad de aprendizaje y desarrollo, tener el coraje necesario para hacerte responsable de ti mismo.

Vivir en el “ser” te permite conectarte con tu «yo», aceptarte en tus fortalezas y también en tus área de mejora, aumentar tu autoestima y darle sentido a tu existencia.

Además, esta visión te permite tener otra mirada hacia los demás, porque te habilita para ver no sólo su comportamiento (su “hacer”), sino también su “ser”. Conseguirás estar siendo más comprensivo, compasivo y empático… eliminarás esas etiquetas que habías colocado.

¿Quieres hacerlo? Si ésta es tu elección, descubrirás múltiples nuevas posibilidades y estarás abierto al aprendizaje y al desarrollo, tanto tuyo como el de los demás..

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Cada día creo más en el ser humano

«A veces sentimos que lo que hacemos es sólo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota» Santa Teresa de Calcuta.

Los medios de comunicación y las redes sociales nos trasladan cada día una imagen de la sociedad egoísta, superficial, vacía… en la que es difícil depositar fe y esperanza. Me resisto a comprar esta idea, elijo interpretarlo como sombras necesarias para que apreciemos las luces. Las luces de la verdadera esencia del ser humano: la generosidad, la gratitud, la bondad, la compasión, la solidaridad, la humildad, el amor…

Hace unos días escuché una historia que reafirmó mi voluntad de creer en el ser humano, mi confianza en nuestra capacidad de construir un mundo cada vez mejor, más completo y con mayor armonía.

LA HISTORIA

Amalia es profesora en una escuela rural. Siempre encuentra una buena idea para motivar a sus alumnos, a los que tanto quiere.

Hoy es día de evaluación. Para animar a sus alumnos a esforzarse y concentrarse en su trabajo, les promete que ofrecerá un regalo al que obtenga la mejor nota: un bonito par de zapatos.

Los alumnos comienzan a escribir con entusiasmo, cada uno de ellos quiere ser el mejor! Después de recoger los exámenes, la profesora se sorprende al ver que todos los estudiantes respondieron las preguntas perfectamente.

Elogia a los alumnos por su esfuerzo y buen desempeño, pero está confundida… «¿A quién le daré este regalo?», piensa para sí misma. La profesora pide la opinión de sus alumnos. Ellos le ofrecen la opción de realizar un sorteo que a todos les parece la mejor solución! 

Entonces, la profesora les pide que escriban su nombre y apellido en una hoja de papel y luego los coloquen en una caja sobre su mesa. Los mezcla bien y pide a un alumno que elija uno al azar. 

La feliz y afortunada ganadora es una niña llamada Amenan Sarah. Bajo los vítores y aplausos de los alumnos, la pequeña, muy emocionada, se adelanta a recibir su regalo, un regalo que necesita desesperadamente en este momento. 

Esta niña pertenece a una familia numerosa y muy humilde. Su padre quedó discapacitado después de un grave accidente laboral y su madre trabaja todo lo que puede como empleada de limpieza. Su salario no es suficiente para cubrir las necesidades de su hija y sus hermanos, Es por ello que la niña siempre lleva los mismos zapatos gastados de años anteriores. 

Con lágrimas de alegría, Amenan Sarah recibe su hermoso regalo, abraza a su profesora y da las gracias a sus compañeros.

Cuando la profesora regresa a casa, le cuenta todo a su marido, quien le anima y le dice que está muy orgulloso de ella. Pero, de repente, la mujer comienza a llorar!

Sorprendido, su marido le pregunta: «¿Por qué lloras cariño?» Limpiándose las lágrimas, ella le explica: «Cuando los alumnos salieron de la clase, revisé todas las demás hojas de papel destinadas al sorteo y descubrí que todos habían escrito el nombre de Amenan Sarah en lugar de escribir el suyo propio. Sabían que su compañera era la que más necesitaba los zapatos y fueron solidarios con ella, eso es lo que más me conmovió».

Solos podemos ir rápido, juntos podemos ir lejos. 

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Storytelling para el liderazgo

«He aprendido que la gente olvidará lo que has dicho o lo que has hecho, pero nunca olvidará lo que les hiciste sentir» Maya Angelou.

Una de las capacidades más importantes de un líder es conectar, inspirar y motivar cambios en el comportamiento de los equipos, con el objetivo de facilitar el desarrollo personal y profesional de sus miembros para la consecución de sus objetivos. ¿Cómo lo hacemos? La comunicación es la herramienta que utilizamos para gestionar estas relaciones interpersonales.

CONVERSACIONES

Desde este planteamiento, podemos observar a los equipos como redes de conversaciones dirigidas a coordinar acciones. Todo lo que pasa en un equipo, pasa en una conversación. “Si algo falta, falta una conversación. Si algo sobra, lo que sobra es una conversación. Si algo es difícil, lo que es difícil será diseñar y sostener una conversación difícil.” (Luis Carchak).

En una conversación intervienen no sólo las palabras, sino también nuestras emociones. Un gesto, una mirada, un silencio, el tono y ritmo de nuestro lenguaje… De la calidad de la conversación dependerá, en gran medida, si me siento fuera o dentro de la “historia”, si me involucro o me quedo al margen.

STORYTELLING

En este sentido, el storytelling se ha convertido en una eficaz herramienta de comunicación para ejercer un liderazgo inspiracional, capaz de comprometer a las personas en un objetivo común, de convertirlas en personajes activos de la historia. Como decía Maya Angelou: “He aprendido que la gente olvidará lo que has dicho o lo que has hecho, pero nunca olvidará lo que les hiciste sentir”.

Las compañías más importantes del mundo utilizan el storytelling como herramienta de liderazgo. Algunas tienen a un storyteller corporativo de alto nivel cuyo trabajo es recopilar y difundir sus historias más importantes: en Nike, todos los ejecutivos senior son designados por storytellers corporativos. Otras, enseñan habilidades de storytelling a sus líderes: P&G ha contratado directores de cine de Hollywood para enseñar a ejecutivos senior cómo liderar mejor utilizando el storytelling.

Estas son algunas de las situaciones en las que el storytelling se convierte en una útil herramienta:

      • Inspirar a la organización.
      • Alinearnos en una visión.
      • Enseñar conceptos importantes.
      • Definir cultura y valores.
      • Explicar quién eres y en qué crees.
      • Cuando se requiere una fuerte influencia como la de dirigir un cambio.
      • Hacer recomendaciones al jefe, pares o colaboradores.
      • Cuestiones delicadas como la diversidad y la inclusión.
      • Hacer coaching.
      • Dar feedback de manera que se reciba como un regalo.
      • Fomentar la creatividad en los equipos.
      • Facilitar que las personas reaviven la pasión por su trabajo…

Esto no significa que el storytelling deba utilizarse en cualquier situación. Por ejemplo, si lo que quieres es decidir cuál debe ser tu estrategia de aquí a cinco años, necesitarás a un buen consultor estratégico. O si estás intentando decidir cuánto dinero tienes que pagar para absorber a tu mayor competidor, lo que necesitas es un buen asesor financiero.

Pero, una vez elegida tu estrategia de aquí a cinco años, o calculado cuánto necesitas para absorber a tu competencia, necesitas un equipo de personas que trabajen para llevarlo a cabo… ahora necesitas una buena historia. Dicho de otra manera, el storytelling no es siempre la herramienta correcta para administrar las cosas, pero es excepcional ayudándote a liderar personas.

Porque tú no puedes simplemente ordenar a la gente “ser más creativa” o “motivarse” o “empezar a amar su trabajo”. El cerebro humano no funciona de esa manera. Pero puedes liderarles a través de una buena historia.

Lo que necesitas para utilizar el storytelling en tu comunicación, es tener una historia… sin una historia que contar, no hay storytelling. Si no la tienes, puedes empezar a recolectar tus propias historias. Cuando una situación te haya hecho aprender o descubrir algo, emocionarte o captar tu atención, escríbelo. Una gran historia está a punto de nacer.

CLAVES PARA construir UNA BUENA HISTORIA

Y cuando tengas esa historia, cuéntala teniendo en cuenta estas siete claves imprescindibles:

      1. Capta la atención y el interés de la audiencia: lo primero que debes hacer es contarles para qué escucharte, qué beneficios les proporcionará mantenerse “presentes” y escuchar la historia.
      2. Sitúa la historia en el contexto: una buena historia debe arrancar con el contexto, permitiendo a la audiencia situarse en el punto de partida que ha dado lugar a la situación y facilitar la comprensión del mensaje
      3. Utiliza metáforas y analogías: las metáforas pueden añadir un impacto a la historia, o puede reemplazarla enteramente, porque ya hay historias de éxito en el cerebro de la audiencia, esperando a que las recuerden.
      4. Apela a la emoción: las personas toman decisiones mayoritariamente en base a razones emocionales y luego las racionalizan para que se sientan lógicas. Los líderes lo saben de forma intuitiva, y no tienen miedo de lidiar con ambos lados del cerebro.
      5. Sé concreto y usa un estilo narrativo propio para los negocios: evita vagas generalizaciones y palabras enrevesadas, sé conciso y ve al grano. Si la historia es específica y concreta, tendrá más gancho y será memorable.
      6. Incluye alguna sorpresa: las sorpresas no sólo mantienen la atención de la audiencia, hacen a tu historia más impactante. Las sorpresas aumentan la adrenalina del cerebro que incrementa la formación de la memoria.
      7. Haz a la audiencia partícipe de la historia: la experiencia siempre ha sido el mejor profesor. Si puedes convertir tu historia en algo de lo que tu audiencia pueda formar parte, será mucho más efectiva. No les cuentes solamente que descubriste por accidente que el producto de la competencia funcionaba mejor que el tuyo, crea una situación idónea para que lo descubran ellos. 

Las historias que son contadas una y otra vez acaban formando parte de la cultura y la herencia de la organización. Pueden venir del CEO, de un empleado nuevo o de cualquier otro… Si las historias son buenas, genial; si no lo son, puedes reemplazarlas por otras mejores.

La gente contará historias de tu compañía tanto si quieres como si no. Afortunadamente, tú puedes elegir cuáles se cuentan. ¿La forma de hacerlo? Anticiparte.

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Confianza, el valor indispensable

«Confianza no es saber todo del otro, es no necesitar saberlo». 

En la anterior entrada de este blog, escribía sobre valores, esas palabras que representan los principios, cualidades y comportamientos que una persona establece como prioritarios en cada etapa de su existencia. Configuran el mapa que nos ayuda a conducirnos por el camino de la vida encontrando soluciones a nuestras necesidades de forma coherente.

Cuando en una sesión de coaching, acompaño a un coachee a encontrar sus valores fundamentales, le invito a que incluya entre ellos la confianza. Confianza en si mismo, confianza en aquellos con los que se relaciona, confianza en los diferentes sistemas o contextos en los que se mueve, confianza en el mundo que le rodea… confianza, confianza, confianza… la base de cualquier relación, sin la cual no es posible la armonía y la conexión.

La confianza es la interpretación que hacemos sobre nuestra capacidad, la de otros, o la de un sistema, para cumplir compromisos. Este juicio lo realizamos en base a tres aspectos diferentes: el histórico, la competencia y la coherencia.

    • Histórico. Nuestras experiencias pasadas influyen en nuestra opinión a la hora de valorar la credibilidad, y nos apoyamos en ellas para «predecir» que va a ocurrir en el futuro. Esto sucede para lo bueno, cuando hay un histórico de cumplimientos, pero también para lo malo, y refuerza nuestras creencias, tanto las posibilitadoras como las limitantes.
    • Competencia. La percepción que tenemos sobre las habilidades necesarias para poder cumplir un compromiso, es también un elemento que valoramos en relación con la confianza. Afortunadamente, las capacidades se pueden entrenar y desarrollar hasta el punto necesario para ser competentes.
    • Coherencia. Cuando consideramos que lo que vemos y lo que oímos no es homogéneo, que el pensamiento, la palabra y el comportamiento no están alineados, detectamos una falta de sinceridad que ahuyenta nuestra confianza. En ocasiones, esta percepción procede de una falta de información que nos conduce a un juicio equivocado. Contrastar los hechos nos ayuda a tener una mirada más amplia de la situación y abrirnos a nuevas posibilidades.

La confianza es un valor clave en nuestra vida, es imprescindible para poder relacionarnos de forma equilibrada con el mundo. En todas nuestras actividades está presente y nuestro comportamiento está influenciado por ella. Pero es algo que cuesta construir y que es fácil perder, es frágil, y de ahí, la importancia de cuidarla y mantenerla.

cómo se construye la confianza

Cumplir los compromisos que libremente adquirimos genera confianza. Si no vamos a poder cumplirlos, seamos honestos y no nos comprometamos. Y si ha surgido algún imprevisto con el que no contábamos, hay que explicarlo y «re-negociarlo».

El respeto por los límites de los demás, también genera confianza. Debemos valorar cómo afectan nuestras decisiones a los demás, y una vez hecho, responsabilizarnos de ellas.

En tercer lugar, mantenernos presentes, escuchar con verdadero interés los relatos, los nuestros y los de los demás… para comprender, para conectar con la compasión en lugar de hacerlo con el juicio crítico.

cómo se DESTRUYE la confianza

Mentir es la forma más sencilla de acabar con la confianza. La mentira genera dudas y es interpretada como una traición que debilita la relación. Es la fórmula perfecta para demostrar nuestra falta de coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Sin embargo, debemos ser cuidadosos a la hora de dejar de confiar cuando alguien nos miente, y escuchar las razones por las que lo ha hecho.

Repetir los comportamientos que han provocado la ruptura de la confianza es otra buena forma de acabar con ella. Esta reiteración en los mismos errores transmite falta de respeto e interés por los valores de los demás, lo que complicará, sin duda, la relación.

Cómo se restaura la confianza

Siendo vulnerables y admitiendo nuestros errores. Reconocer que nos equivocamos y ofrecer una reparación del daño causado es la mejor manera de re-conectar con la confianza. Expliquemos las razones que nos llevaron a ese comportamiento, pero sin justificarnos, desde la humildad, para alejar el conflicto.

Hagamos cambios que demuestren nuestra actitud de mejora y que ofrezcan razones para reconstruir la confianza perdida o debilitada.

En último lugar, debemos tener paciencia. Es importante recordar que cuanto mayor es el daño causado por la ruptura de la confianza, mayor debe ser nuestro esfuerzo por recuperarla y el tiempo que necesitaremos para ello.

¿Habéis escuchado alguna vez que la confianza es como un jarrón, que una vez roto, aunque se pegue ya no es el mismo? Quizás no vuelva a ser el mismo, pero puede ser incluso mejor. El «kintsugi» es una técnica japonesa que consiste en reparar piezas de cerámica rotas con oro, multiplicando el valor original de la misma.

Si perdemos o rompemos una relación importante de confianza, podemos restaurarla y enriquecerla comprometiéndonos a unirla de nuevo con un material fuerte y valioso: el amor y la compasión.

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Valores, el mapa de tu bienestar

«La felicidad es el estado de consciencia que procede del logro de los valores propios». Ayn Rand.

Existen cientos de definiciones del concepto «valor». Para mí, los valores son palabras que representan los principios, cualidades y comportamientos que una persona establece como prioritarios en cada etapa de su vida. Es decir, son el mapa que me indica cuál es el camino más coherente para alcanzar equilibrio, plenitud y bienestar.

Su significado es subjetivo y, por lo tanto, diferente para cada uno de nosotros en función de nuestra educación, cultura y experiencias. Además, su importancia y significado varían a lo largo de tu vida, en función de las diferentes creencias que les asocias. Por ejemplo, posiblemente no tenga el mismo peso en tus valores fundamentales la salud antes y después de haber sufrido una enfermedad grave.

Es importante separar la importancia de un valor de su presencia en tu vida. No siempre todos tus valores fundamentales están presentes en tu «ahora», lo cual puede ser un indicativo de una importante necesidad a la que debes atender.

Para qué sirve indentificar tus valores fundamentales

En primer lugar saber qué es lo realmente importante para ti en cada momento de tu vida, te permite conocer cómo deberías vivir para sentirte bien, para encontrar armonía entre tus comportamientos, tus pensamientos y tus sentimientos.

Además, sobre tus valores fundamentales, podrás definir tus metas, alineadas con ellos, para que exista la coherencia entre valores y compromisos necesaria para darles sentido, para que se conviertan en un estímulo en lugar de ser un freno.

También te serán muy útiles a la hora de tomar decisiones complejas. El comparar las diferentes opciones que se te presentan con tus valores, podrás evaluar cual de ellas es más afín a los mismos y, por lo tanto, que decisión te conectará mejor con aquello que realmente es importante para ti.

Por último, la mayor o menor presencia de tus valores fundamentales en un momento concreto de tu vida, te facilitará identificar a qué necesidades debes atender de forma prioritaria, para evitar esa sensación de vacío que sentimos en algunas ocasiones.

analizar su impacto en tu momento presente

Observa el equilibrio de tu valores fundamentales en función del contexto con el que se relacionan: tu relación contigo mismo, tus relaciones con los demás y los aspectos más pragmáticos y materiales. Este equilibrio, o falta de él… ¿cómo afecta en tu vida?, ¿es esto lo que quieres, o debes diseñar un plan de acción para sustituir alguno de ellos?

Evalúa cómo de presentes están en este momento de tu vida, en tus comportamientos, en tus diferentes contextos, en tu «estar siendo»… analizar lo congruencia entre tus valores y tu momento presente para poner foco en aquel que más atención necesita.

En último lugar, analiza el alineamiento de tus valores con tus objetivos. Si existe algo que no encaja, cambia tu objetivo o la manera de conseguirlo.

Cómo identificar y analizar tus valores fundamentales

Para identificar cuáles son los valores fundamentales en esta etapa de tu vida y analizar su impacto en tu momento presente, debes hacer una reflexión profunda, mirarte por dentro, explorar tus creencias, tus juicios, tus pensamientos, tus emociones y tus comportamientos.

En 80 días coaching acompañamos a nuestros clientes, a través del coaching, a  diseñar su mapa, a construir el plan de acción que les impulse a alcanzar el equilibrio, la plenitud y el bienestar que todos deseamos en nuestro día a día.

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Guía para ser feliz

«Ser feliz es dar gracias por cada mañana, por el milagro de la vida» Papa Francisco.

Hoy he tenido la oportunidad de leer una homilía del Papa Francisco que incluye instrucciones precisas para vivir el camino de la felicidad, ese estado de equilibrio, bienestar y alegría tan codiciado por todos. Quiero compartir contigo lo que considero una perfecta «guía rápida para ser feliz», aquí la tienes.
 
 
Puedes tener defectos, estar ansioso y vivir enojado a veces, pero no olvides que tu vida es la empresa más grande del mundo. Sólo tú puedes evitar que se vaya cuesta abajo. Muchos te aprecian, admiran y aman.  Si pensabas que ser feliz es no tener un cielo sin tormenta, un camino sin accidentes, trabajar sin cansancio y relaciones sin desengaños, estabas equivocado.
 
Ser feliz no es sólo disfrutar de la sonrisa, sino también reflexionar sobre la tristeza. No sólo es celebrar los éxitos, sino aprender lecciones de los fracasos. No es sólo sentirse feliz con los aplausos, sino ser feliz en el anonimato. La vida vale la pena vivirla, a pesar de todos los desafíos, malentendidos y periodos de crisis.
 
Ser feliz no es un destino del destino, sino un logro para quien logra viajar dentro de sí mismo. Ser feliz es dejar de sentirse víctima de los problemas y convertirse en el autor de la propia historia, atravesar desiertos fuera de ti, pero lograr encontrar un oasis en el fondo de tu  alma. Ser feliz es dar gracias por cada mañana, por el milagro de la vida. Ser feliz es no tener miedo de tus propios sentimientos.
 
Es saber hablar de ti. Es tener el coraje de escuchar un «no». Es sentirse seguro al recibir una crítica, aunque sea injusta. Es besar a los niños, mimar a los padres, vivir momentos poéticos con los amigos, incluso cuando nos lastiman.
 
Ser feliz es dejar vivir a la criatura que vive en cada uno de nosotros, libre, feliz y sencilla. Es tener la madurez para poder decir «me equivoqué». Es tener el valor de decir «perdón». Significa tener la sensibilidad para decir «te necesito». Significa tener la capacidad de decir «te amo».
 
Que tu vida se convierta en un jardín de oportunidades para ser feliz. Que tu primavera sea amante de la alegría. Que seas un amante de la sabiduría en tus inviernos.  
 
Y cuando te equivoques, empieza de nuevo desde el principio. Sólo entonces te apasionará la vida. Descubrirás que ser feliz no es tener una vida  perfecta. Usa las lágrimas para regar la tolerancia. Usa las pérdidas para entrenar la paciencia.  Usa los errores para esculpir la serenidad.  Usa el dolor para pulir el placer.  Usa los obstáculos para abrir ventanas de inteligencia.
 
Nunca te rindas … Nunca te rindas con las personas que te aman. Nunca renuncies a la felicidad, porque la vida es un espectáculo increíble.
 
Papa Francisco.
 
 
Léela, practícala… que sea tu mapa en aquellos momentos en los que te encuentres perdido, desubicado o desorientado… que te ayude a regresar al camino de la felicidad cuando te encuentres fuera de él.
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Vulnerabilidad… debilidad o fortaleza?

«La más peligrosa de todas las debilidades es el temor a parecer débil». Jacques Benigne Bossuet.

Vulnerabilidad, una capacidad con mala prensa que, generalmente, la gente asocia con la debilidad. Mostrar mis carencias… ¿me colocará en una situación de inferioridad respecto a los demás? O, por el contrario, ¿podría ser una fortaleza? Mostrarnos vulnerables… ¿puede ofrecernos ventajas en nuestras relaciones con los demás? 

Muchas personas, entienden la vulnerabilidad como una puerta abierta a sus puntos débiles, a través de la cual los demás, intencionadamente o no, pueden herirles. Es por ello por lo que tienden a no mostrarse vulnerables, a ocultar sus carencias con la esperanza de ofrecer a los demás la imagen que creen esperan ver: un ser perfecto.

Pero los seres humanos no somos perfectos, nos equivocamos, cometemos errores a menudo y la vulnerabilidad es parte de nuestra naturaleza. De hecho, son nuestros errores los que nos muestran qué nos falta, los que nos dan la oportunidad de aprender y de desarrollarnos. Obviarlos o esconderlos nos priva de una importante oportunidad de mejora.

Convivir con el error de esta manera, conduce a la frustración, a buscar excusas y depositar la responsabilidad fuera de nosotros. Así, nuestra capacidad de acción se limita y la posibilidad de modificar nuestro comportamiento desaparece, perpetuando nuestras carencias.

En nuestra relación con los demás, la ausencia de vulnerabilidad nos resta autenticidad. Deja de existir coherencia entre lo que sentimos, decimos y hacemos… nuestras palabras, nuestras emociones o nuestra corporalidad provocarán que nuestro mensaje genere desconfianza. Pareceremos arrogantes, prepotentes y lejanos.

De otro modo, cuando aceptas y vives con naturalidad tus carencias, la vulnerabilidad se convierte en una importante fortaleza, para ti mismo y en tus relaciones. Esta actitud te permite adaptarte a la realidad y vivir el error como una oportunidad de crecimiento. Desaparece el miedo a pedir ayuda, a las críticas y a abrirte a los demás.

Hacerte consciente de tus limitaciones te ofrece la oportunidad de aprender lo necesario para la eliminarlas, de pedir ayuda a los demás, de aprovechar su experiencia y conocimientos para desarrollar nuevas habilidades. Declararte vulnerable te muestra más humano, compartir tus dificultades demuestra tu honestidad y comportarte con autenticidad genera proximidad, empatía y confianza.

Tú decides: vivir la vulnerabilidad como una debilidad que te minimiza o aprovecharla como una poderosa fortaleza que te engrandece y te hace avanzar.

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10 tips para entrenar la resiliencia

«Una vez que has elegido la esperanza, todo es posible.» Christopher Reeve.

La resiliencia es la capacidad de hacer frente a las situaciones complejas de nuestra vida, convirtiendo el dolor en energía para superarnos y salir fortalecidos. La aceptación, la esperanza, la adaptación, la actitud… son algunos de los nutrientes que pueden fortalecer este «músculo».

Te ofrezco 10 «tips» que te ayudarán a desarrollar esta virtud tan importante en una situación como la que actualmente vivimos.

    1. Distingue. Es importante que separes aquello que tienes posibilidades de cambiar de lo que no está en tu mano transformar. No desperdicies fuerzas en preguntarte ¿por qué?, pon el foco en aquello sobre lo que sí tienes capacidad de acción, y comprométete con ello. Pregúntate ¿pára qué puede servirme esta situación?
    2. Sé consciente. Todos tenemos capacidades y limitaciones, y es importante que sepas cuáles son ambas. El autoconocimiento te otorga el poder de diseñar tus retos no sólo contando con tus deseos y necesidades, sino también con tus recursos.
    3. Confía. Ten la seguridad de que posees todo lo necesario para conseguir tus objetivos. Ten fe en las personas que te rodean y en que se pondrán a tu lado para darte la energía que necesites. Piensa en que todo pasa, nada es eterno, la duración de cualquier situación siempre es limitada.
    4. Aprende. Las dificultades te ofrecen la oportunidad de transformarte, de crecer y desarrollarte. Busca el aprendizaje que puedes obtener. Piensa en la persona en la que te vas a convertir y en todo lo que podrás «hacer» desde este nuevo «ser».
    5. Sé positivo. Que no está reñido con ser realista. Ser objetivo te permite distinguir los aspectos positivos y negativos de cualquier situación, para centrarte en los primeros y disfrutar del «viaje» hacia tu meta.
    6. Suelta el control. No es posible controlar todos los aspectos de tu vida, e intentarlo sólo te puede conducir a la frustración y la desesperanza. Aprende a convivir con la incertidumbre y a gestionar tus emociones: si no puedes cambiar la situación, cambia tu forma de vivirla.
    7. Sé flexible. Mantén una actitud abierta ante los cambios, atrévete a experimentar, aprender y crecer ante las nuevas circunstancias. Aunque tengas claro lo que deseas, lo cual es muy importante, adapta tu planes y tus retos si es necesario.
    8. Persiste. La perseverancia es un árbol de raíces amargas, pero de frutos muy dulces. Mantente firme ante tu propósito, no te rindas y pon toda tu capacidad de esfuerzo, una y otra vez, en favor de tus objetivos. Como decía Napoleón… «el éxito no reside en vencer siempre, sino en no desanimarse nunca».
    9. Cuida tus compañías. Acércate a la gente que suma y aléjate de la que resta. Las personas positivas nos impulsan y crean a nuestro alrededor las condiciones necesarias para motivarnos. No dudes en pedir la ayuda que necesites, siempre estarán dispuestos a dártela.
    10. Ten buen humor. Ríete de ti mismo y también de las situaciones adversas, te ayudará a tomar distancia y quitarles peso. La risa te permite vivir las dificultades desde emociones  que posibilitan, inspiran y descargan tensión. El buen humor alejará de ti el estrés, el sufrimiento y el conflicto.

Incorpora estos ingredientes a tu vida y tu resiliencia crecerá de tal forma que serás capaz de gestionar adecuadamente cualquier situación complicada.

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Por qué comes como comes

«Comer es una necesidad, pero comer de forma inteligente es un arte» Duque de La Rochefoucauld.

Comes como comes

Cuántas veces nuestros pensamientos giran entorno a nuestra forma de comer? Victoria Lozada, dietista-nutricionista, y Carlos Moratilla, psicólogo sanitario y terapeuta, analizan en su libro los diferentes factores que influyen a la hora de mantener una relación saludable con la alimentación.

En muchas ocasiones comemos mucho más de lo que nuestro cuerpo necesita, en otras menos. A veces, nos alimentamos con nutrientes que no son necesarios y olvidamos alimentos imprescindibles. Comemos para olvidar, comemos para celebrar, comemos por ansiedad, comemos por euforia, comemos por rutina…

Nuestra relación con la alimentación está ligada no sólo a nuestra biología, sino también a nuestro estado de ánimo, a nuestra educación, a nuestra cultura y a nuestro estilo de vida. Factores no sólo nutricionales sino también psicológicos. Victoria y Carlos nos aportan en su libro soluciones sencillas a problemas complejos para que tomemos las riendas en este área cotidiano de nuestras vidas.

Su estudio está basado en la experiencia de un trabajo multidisciplinar, la psiconutrición. Pero no para darnos dietas o recetas milagrosas, sino para hacernos comprender qué nos empuja a comer más o menos de la cuenta, olvidando el carácter nutricional de la alimentación y buscando escapar de emociones con las que no nos sentimos cómodos.

El contexto en el que nos alimentamos, el comer emocional, la obesidad, los atracones, las dietas que fracasan, el perfeccionismo, la rigidez, el autocontrol y la flexibilidad, son los conceptos que exploran los autores para mostrarnos como mejorar nuestra relación con la comida.

Si alguna vez pasas por momentos en los que no «te llevas bien» con tu alimentación, en este libro puedes descubrir fórmulas que te ayudan a gestionar mejor esta situación.

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